Los días 3, 4 y 5 de noviembre tuvimos la oportunidad de asistir a un congreso organizado por Entrecanes, una entidad referente en el mundo de las intervenciones asistidas por perros en Asturias.
Era la primera vez que asistía a un evento en este formato y la experiencia fue realmente muy enriquecedora. Pudimos conocer de primera mano proyectos que se están desarrollando a nivel Europeo de forma muy profesional; trabajos de investigación, estudios y resultados que demuestran que vamos por el buen camino.
Tuvimos la oportunidad ver trabajos que se están realizando de manera muy eficaz con discapacitados, en centros psiquiátricos, con enfermos de alzheimer e incluso con sus cuidadores; y que están dando muy buenos resultados en el campo de la salud, pero sobretodo llevados a cabo con mucha ilusión, implicación, dedicación y respeto.
También pudimos conocer cómo se está trabajando en el marco de las terapias asistidas con caballos, donde se expusieron proyectos muy interesantes que trabajaban la comunicación intrafamiliar o trabajos de coaching en colectivos de mujeres en riesgo de exclusión social.
Pero para mí, el plato fuerte de las jornadas fueron las ponencias sobre bienestar animal.
Todos los que nos dedicamos a esto tenemos claro, o por lo manos deberíamos tenerlo, que el perro es un sujeto con derechos y que es nuestra obligación proporcionarles cierto nivel de calidad de vida. Pero el bienestar animal es algo muy subjetivo y muchas veces mantener un buen equilibrio entre rentabilidad y deontología es complicado cuando este trabajo es tu principal sustento.
De esto vino a hablarnos Carlos Alfonso López, de Educan, poniendo sobre la mesa cuestiones tan necesarias como cuál es el beneficio de los perros que participan en los programas de terapia, dónde están los límites y si realmente se están haciendo bien las cosas con ellos a largo plazo.
Carlos es una persona que admiro por sus conocimientos, pero también por sus bases éticas en el mundo del perro. Por esta razón decidí formarme en Educan y es algo de lo que a día de hoy me siento orgullosa. Creo que hacen una gran labor de investigación, evaluación y difusión de técnicas de trabajo respetuosas con los perros, que proporcionan grandes avances en materia de bienestar animal.
Plantea la importancia de diseñar nuevas formas de trabajo basadas en datos objetivos y no únicamente en la intuición o sujetos a una interpretación personal. Para ello proponen una herramienta con base científica, la medición fisiológica del bienestar, que nos proporciona una evaluación segura y consciente de cómo se afecta la calidad de vida del perro como resultado de nuestros actos. Para ello han puesto en marcha el primer laboratorio dedicado exclusivamente a la medición de marcadores fisiológicos de la incidencia del adiestramiento en el bienestar y en las posibilidades de los perros de ser felices. Un gran trabajo que seguro que nos trae una adaptación muy positiva de los protocolos de trabajo y de nuestra manera de relacionarnos con ellos.
Me gustaron especialmente también los planteamientos que expuso sobre la dignidad del perro y de la especie, que muchas veces no se tienen en cuenta durante actividades que tienen que ser divertidas para los usuarios. Y la introducción de la palabra “tutor” para referirnos al “dueño” del perro, nomenclatura con la que personalmente nunca me he encontrado cómoda. Creo que hizo reflexionar al público y eso siempre es bueno.
Otra de las ponencias estrella que me encantó y con la que me sentí muy identificada fue la de Alberto Ayala, de Al Perro Verde, una asociación dedicada a la rehabilitación de perros de protectoras y personas de diferentes colectivos a través de Intervenciones Asistidas con Animales. Gente con unos valores claramente animalistas que han sabido encontrar la manera de proporcionar ese beneficio en la calidad de vida de los perros que tienen la suerte de entrar a formar parte de este proyecto.
Se trata de un proyecto bidireccional de inclusión social en el que perros y personas trabajan conjuntamente y que fomenta valores como la cooperación, empatía y la aceptación entre muchos otros. Además con unos datos claros, desde 2013 han logrado educar y dar en adopción a través de muchos internos de centros penitenciarios a 46 perros procedentes de protectoras de animales.
Por último destacar la actitud colaborativa de las diferentes entidades, conscientes de que el mundo de las Intervenciones con animales es un mundo complicado, relativamente nuevo y en el que queda mucho por hacer. De ahí la necesidad de trabajar en un mismo barco, ayudarnos y sobre todo, de velar por el bien de nuestros animales.
Ha sido un placer compartir estos días con grandes profesionales que me han hecho volver a casa con más ganas, con más fuerza y con mil ideas para llevar a cabo nuevos proyectos. Gracias!